(tomado de ensaluispotosi.com)
María Guadalupe García Assaf (Pita), nació el 24 de noviembre de 1939 en la ciudad de San Luis Potosí. Entre los 7 y los 20 años estudio con la hermanas Ninfa y Carmen Rodríguez. Su mamá, María Guadalupe Assaf Elías, la llevo a estudiar a la ciudad de México con maestros como Eva Beltri, quien le enseño a bailar la danza folclórica de puntas, pudiendo imitar a su maestra bailando el jarabe tapatío de puntas; danza clásica, con Sergio Unger y técnica de la danza con la maestra y bailarina Nelsy Dambré.
También realizo estudios en la academia de danza de la maestra Amalia Hernández, creadora del ballet folclórico de México, por su interés en conocer la danza mexicana.
Ingresó a la academia de danza del Instituto Potosino de Bellas Artes y formó parte del ballet folclórico potosino, con el cual participo en una gira por el sur de Estados Unidos. La primera vez que bailo en el teatro de la paz fue el 1 de septiembre de 1951, a la edad de 12 años. Fue prima bailarina en el ensamble "La Catrina", que presenta el Taller de Teatro GRIMM, de Anna Neumann.
En dos ocasiones fue a España, en la primera a Barcelona y en la segunda a Murcia para estudiar danza española clásica y aires populares, conocimientos que aprovecho para dar clases particulares en el año de 1956 y posteriormente abrir una academia de danza en la que impartió clases hasta junio de 2009.
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PITA
Como un hilito de agua te le escapaste a la vida; te le fuiste escurriendo delgadita y lentamente, murmurando adiós, sin tú saberlo, pero la viviste como lluvia mansa y formaste un caudal, que hizo florecer a cientos de brotes, así como árboles con troncos gruesos, que sostienen con firmeza tu herencia.
Terpsícore te recibe feliz, como hija favorita que engalanará el Edén con la gracia de tus pies alados, el donaire de tu cuerpo y tu rostro hermoso, pero sobre todo, con la pureza de tu espíritu, creador y entregado, al Arte y a los mortales que te tuvimos cerca.
Pita, pródiga, y prisionera en tu derroche de amor para los otros, mezquino para contigo misma; grito silente que calló tu boca y exhaló el sentido.
Pita frágil, pero firme; sutil, pero convencida, inamovible en tu ser y quehacer; coherente, fiel, siempre en búsqueda, a pesar de las cadenas; preciosa facultad la tuya de engendrar fuera del vientre, de ahogar el llanto y empujar el viento de libertad en la danza, con tu ritmo y vehemencia de ser, de seguir siendo, de estar.
Amiga, cómplice en la conjura de la quimera, el mundo te venera y agradece; tu perfume inunda estos lares y para la raíz y la memoria, prevaleces.
Gracias Musa, espiga en flor, perenne en confraternidad.
Ana Neumann
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