Para esta ocasión quise volver a las raíces aztecas, encontrar la relación tan íntima que tenía con la muerte. Por ello presento al dios Xólotl, aunque a quien reconocemos realmente es al xoloitzcuintle, el representante del Dios de la vida y la muerte, quien se encarga de llevarle las almas de aquellos que gustosos dieron la vida para regresar a su paraíso.
Y es el punto que quiero tocar, esa relación tan profunda y armoniosa que tenían los aztecas con la muerte, porque entendían que es inherente al ser humano, y de la cual no huían, al contrario, recibían con honor.
Hoy en día la muerte es considerada como un tabú, una desgracia, cuando con certeza es lo único que podemos asegurar que nos va a llegar. No importa la edad, sexo, raza, posición política y social. Si fuiste feliz o te la pasaste en un mar de amargura, no es relevante, de igual forma te llega.
A veces se anuncia y, si bien te va, puedes prepararte para ella, aunque es bien sabido que aun con esta oportunidad jamás será suficiente, siempre querremos vivir más; por el otro lado está esa muerte que no se anuncia, que se aparece de repente sin tocar a la puerta, entra como una tormenta, llevándose con ella al ser querido y dejando atrás pena y dolor.
Sea como sea sigue viéndose como algo malo, pero ¿realmente es tan mala?
La muerte te pone a pensar en todo lo que no has hecho y te gustaría hacer. La pregunta es ¿por qué esperar hasta que llegue nuestro día de partir para empezar a querer ser felices? ¿Por qué no vivir disfrutando cada día ? ¿Por qué no recibirla con los brazos abiertos, como a una vieja amiga a la cual le contaremos lo fantástico de nuestra vida prestada? ¿Por qué no querer caminar a su lado acompañados del xoloitzcuintle hacia la vida eterna?
Los aztecas lo entendieron, ¿y nosotros?
Hoy en día la muerte es considerada como un tabú, una desgracia, cuando con certeza es lo único que podemos asegurar que nos va a llegar. No importa la edad, sexo, raza, posición política y social. Si fuiste feliz o te la pasaste en un mar de amargura, no es relevante, de igual forma te llega.
A veces se anuncia y, si bien te va, puedes prepararte para ella, aunque es bien sabido que aun con esta oportunidad jamás será suficiente, siempre querremos vivir más; por el otro lado está esa muerte que no se anuncia, que se aparece de repente sin tocar a la puerta, entra como una tormenta, llevándose con ella al ser querido y dejando atrás pena y dolor.
Sea como sea sigue viéndose como algo malo, pero ¿realmente es tan mala?
La muerte te pone a pensar en todo lo que no has hecho y te gustaría hacer. La pregunta es ¿por qué esperar hasta que llegue nuestro día de partir para empezar a querer ser felices? ¿Por qué no vivir disfrutando cada día ? ¿Por qué no recibirla con los brazos abiertos, como a una vieja amiga a la cual le contaremos lo fantástico de nuestra vida prestada? ¿Por qué no querer caminar a su lado acompañados del xoloitzcuintle hacia la vida eterna?
Los aztecas lo entendieron, ¿y nosotros?
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