En la obstinada ceguedad de un beso
quiero cerrar mis ojos a la vida,
contemplándote, muerte, repetida
en mi espejo interior. Tu perfil preso,
en angustiada soledad obseso,
concretará su forma desvaída.
Y el minuto anterior a la partida
será la pauta fiel de mi regreso.
Retornaré a las horas iniciales,
y en rápida vivencia del pasado,
disuelta sangre y concentradas sales
me dejarán su gusto acibarado:
sal del bautismo, sal de lacrimales,
acíbar de lo visto y lo pensado.
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Tomado de Antología de poetas contemporáneos (UASLP, 1953)
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