(fragmentos)
Si bien, como merecía,
midieras mi fe y mi amor,
ni mostraras tu rigor,
ni yo viera tu porfía;
y donde, señora mía,
visto tu esquivo interés,
me es fuerza decir que es
la causa de tanto mal,
ese rigor natural
con que mi firmeza ves.
De allí nació, por mi daño,
el hijo de perdición,
el parto de maldición
engendrado de tu engaño;
y aunque de su desengaño
has tenido en mí la prueba,
como en estos lances nueva,
se va mi fruta en agraz,
y a mi fe el pago que das
son flores que el hielo lleva.
Caído me has a las manos
pagas por donde pecaste,
que si de mí te burlaste,
yo de tus gustos livianos;
que a los cielos soberanos,
viendo mi justa querella,
te dan por sentencia en ella
que, como desconocida,
la que me quitó la vida
se quede sin mi y sin ella.
Se reproducen aquí tres (la primera, la tercera y la décima) de las diez décimas de las que consta el poema, dedicado por su autor a su esposa, a la que mató tras múltiples engaños, en 1606. El poema fue prueba en el juicio y dado a conocer por Alejandro Espinoza Pitman y Joaquín Antonio Peñalosa, en Causa criminal de la real Justicia contra juan de gabiria, primer poeta de San Luis Potosí, 1606-1609 (UASLP, 1994).
yo
ResponderEliminarni
fui