miércoles, 1 de noviembre de 2023

Calavera a Enrique Galindo - Armando Tumbas


Es de oficio policía, y licenciado también,
político en coalición del PRI, PAN y PRD.
Hoy gobierna en la ciudad, la de San Luis Potosí.
dijo desde la campaña: “Es la Capital del Sí”

En su currículo dice que en el nivel nacional,
también fue Comisionado de Policía Federal.
Es un buen antecedente, la seguridad apura,
la gente está padeciendo una situación muy dura.

Hay muchos robos en casa y asaltos a mano armada,
robos de auto por montones, la gente ya está angustiada.
Es de lo que más preocupa, la pobre seguridad,
Delincuencia desbordada, campea por esta ciudad.

Enrique estuvo pensando para encontrar solución,
táctica y equipamiento ¡hay que dar un empujón!
Escuela de policía es una cosa importante,
nuevas patrullas con mucha tecnología por delante.

Mejorar el alumbrado para poder vigilar,
y cámaras en las calles, es algo muy esencial.
Todo parece cuadrar, es una gran estrategia,
seguro que hay solución para esta cosa compleja.

Todo parece muy bien, pero hay algo que sí apesta,
marcas novecientos once y nadie allí te contesta.
Sin denuncia no hay reacción, no sé si estarán dormidos,
o comiéndose una torta por estar muy desnutridos.

De baches mejor ni hablar, pavimentos horrorosos,
lindos paisajes lunares con cráteres peligrosos.
Fue la perdición de Enrique no atender ese problema,
eran muy grandes los hoyos y eso marcó su condena.

La Parca andaba paseando por las calles de San Luis,
en su carruaje elegante se le veía muy feliz.
Iba transitando lento, frente a Plaza Fundadores,
llevaba un hermoso atuendo muy adornado con flores.

Un hoyanco interrumpió su tranquila travesía,
una rueda se rompió y refacción no traía.
Molesta y encabritada, la calaca reclamó:
“¡Quiero ver al responsable de esta situación atroz!”

Iba pasando Galindo por pura casualidad,
se veía muy fatigado, ya le pesaba la edad.
Al escuchar el reclamo, la gente lo señaló,
lo agarraron descuidado, no supo bien qué pasó.

El buen Enrique llevaba poderosa camioneta,
color negro y amarillo y una vistosa torreta.
Grandes letras la enmarcaban con faltas de ortografía,
era por demás notorio que enunciaba Po-li-Sí-a.

Al verlo la Muerte ingrata quiso cobrarse la afrenta,
fue directito a matarlo, pero se vio un poco lenta.
Enrique pudo esquivar las primeras agresiones,
aunque dicen los rumores que ensució los pantalones.

Aceleró bien a fondo y en un bache se cayó,
es hora que no ha salido. Yo creo que ya se murió.
Algunos están pendientes para ver si un día se asoma,
es curiosidad morbosa, ya no saldrá ni de broma.

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