jueves, 2 de noviembre de 2023

Calavera a Alexandro Roque - Armando Tumbas



Con sombrero de bombín y un chaleco estrafalario
fue Alexandro a recibir otro premio literario.
En esta ocasión se trata de un certamen de poesía,
el narrador de postín incursionó en esa vía.

Son esos Juegos Florales de Ramón López Velarde,
la competencia es muy fuerte y el ambiente está que arde,
entran en esa contienda muchos doctos y letrados,
no es apta para novatos, solo expertos ilustrados.

Una gran rosa dorada es la presea codiciada,
solo para una persona, la que sea más inspirada.
Al premio lo complementa una bolsa de dinero,
y se tiene que saber, no es un premio muy austero.

La ceremonia ocurrió entre pompa y elegancia,
indumentaria exquisita, fracs y vestidos de Francia.
Algunos tontuelos fueron, con tenis y de mezclilla,
por bohemios los pusieron escondidos en la orilla.

Cuando estaban en las fotos para dejar evidencia,
se fue la luz y la muerte se plantó frente a la audiencia.
“Ya vengo por mi cosecha, todos se van a morir,
me los llevaré al averno, es inútil resistir”.


Les presumió su guadaña, con un filo refulgente,
y se reía a carcajadas para asustar a la gente.

Corren todos espantados tratándose de esconder,
se armó tremendo relajo, nadie quería fallecer.
“Roque, Roque… ¿dónde estás?”... la calaca lo buscaba,
atrás del podio escondido, Alexandro se encontraba.

Él escuchó que le habló, pero no acudió al llamado,
tenía miedo de morir y se hizo el disimulado.
La muerte lo descubrió, porque la panza asomó,
se dispuso a despacharlo y Roque le suplicó:

—Ten piedad, tengo pendientes, un libro debo acabar,
ya verás que, si me dejas, tú lo vas a disfrutar.
Es un relato especial, se trata de un holocausto,
seguro te va gustar, es más hermoso que Fausto.

—A los escritores quito lengua, corazón y cuajo,
las tripas les desparpajo, para arriba y para abajo.
El tratamiento especial es porque se sienten mucho,
dicen puras tonterías cada vez que los escucho.

Roque lloraba de miedo, ya no supo qué decir,
las patitas le temblaban, porque no quería morir.
La huesuda no perdona, y no iba a estar alegando,
la cabeza le arrancó, pa que no siguiera hablando.

La parca se lo llevó derechito hasta el panteón,
no le dio oportunidad de que hubiera velación.
En el camposanto estaba una sorprecita hermosa,
una bruja guachichil lo guardó bien en la fosa.

Es mala la economía, fue una tumba muy austera
alcanzó para una cruz y un trocito de madera,
Quedó envuelto en un petate, para cajón no alcanzó,
alguno de los dolientes, un epitafio escribió:

“Aquí yace un literato de buena prosa y poesía,
bellas obras nos dejó, se esforzaba cada día.
En sus escritos plasmó gran dosis de su talento,
escribió con alegría y con gran conocimiento”

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