No me presione, abogada,
su calavera ha de ver,
su amparo no ha de valer
ni prisión domiciliaria.
Ya llegó a la última instancia
a pesar de su sonrisa,
y tiene que acompañarme
con todo y su atole y pan,
no importa que esté escondida
hasta el mero Apatzingán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario