«Entonces, desde un punto de vista desde la experiencia, la preocupación testimonial en mí ha sido vital, ha sido por experiencia y yo creo que terapéutica, más que otra cosa, más que pensar que esto es útil o lo voy a hacer para que no vuelva a pasar, yo no le dado mucha importancia a la literatura, porque este es un país de analfabetos, ser escritor aquí es como ser astronauta en Uganda, hay mitos como los poetas asesinados, todos los poetas asesinados eran guerrilleros y los mataron por lo que hacían no por lo que escribían, eso hay que tenerlo presente, la poesía aquí nunca ha sido subversiva, porque la gente no lee y cada día este país va para atrás, entonces no somos un país letrado, claro, esto cambia respecto a ciertas élites a las que sí, de hecho a la literatura les ha cambiado la conciencia y la percepción del mundo, a mí, por ejemplo, leer a Otto René Castillo me cambio, para bien y para mal porque también me transmitió esa necrofilia trágica de que nos vamos a morir...»
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