lunes, 2 de noviembre de 2020

Xico - Diana Gutiérrez

Ya no es posible sentarse a mirar la vida de la gente. La plaza del pueblo donde se reunían los viejos a conversar está delimitada por una cinta que prohíbe el paso. Bajo las bancas se han escondido las hojas de los arboles que ya delatan el otoño y algunas bolsas de plástico que ha robado el viento de los botes de basura. Los arbustos advierten de su abandono por la deshidratación de sus hojas. La ausencia va marchitando todo aquello que antes parecía tener vida.

Las escuelas suspendieron las clases. Sus patios desolados, sin el estruendo de los niños, gritan soledad, mientras los salones comen bocanadas de polvo. La iglesia cerró; Dios está de vacaciones, ahora todos podemos irnos al infierno. Los lugares que exhalaban vida parecen muertos y aquel que alberga a los difuntos ha abierto sus puertas para dar paso y recibir procesiones de ataúdes.

Los comerciantes fueron desalojados. Don Carmelo, hombre de aspecto severo vendía tamales en la plaza, se localiza ahora frente al panteón, en donde ha instalado un dispensador de agua junto a una botella de jabón. Usa un cubrebocas que le oculta los bigotes y le acentúa la calvicie. Sobre la banqueta color granate dibujó varios círculos a dos metros de distancia uno del otro, aquí los clientes podemos esperar. En el triciclo donde reposan humeantes los despostillados botes de tamales, cuelga un sucio letrero, que con faltas de ortografía dice: «Respeta la sana distancia».

Estamos en cuarentena. Estornudar se ha vuelto una ofensa, razón de temor, exilio y hostilidad. La semana pasada un grupo de malandros atacó al dueño del restaurante de comida china. Saquearon la comida y la aventaron a los perros callejeros. Golpearon al propietario argumentando que él había sido el responsable de los contagios en el pueblo. 

—¡Maldito mantecoso, tu trajiste la enfermedad! 

La mañana del ataque se difundió una entrevista al presidente de los Estados Unidos de América, en la que le preguntaron: 

—¿Por qué continúa refiriéndose al coronavirus como el virus chino? 

A lo cual el presidente respondió: 

—Porque el virus vino de China.

Mientras golpeaban a Xico el Chino, este gritaba que él no era de China ni había estado ahí. Eso ya se sabía, pues él nació, creció y vivió en el pueblo. Cuando Xico advirtió que podía sacar provecho de sus rasgos orientales decidió aprender a cocinar viendo tutoriales en internet, compró un traje de cocinero y entonces abrió el restaurante, donde además daba asesorías de feng shui. 

Xicohténcatl Pérez era su nombre real, y además de comida china vendía otro tipo de mercancía. Con motivo del feng shui pasaba a sus consumidores a un apartado privado del restaurante donde realizaba la transacción.

El ataque no fue más que un ajuste de cuentas. Xico nada tenía que ver con el coronavirus, tras la golpiza quedó medio vivo y llegó al hospital a morir de un paro respiratorio.

Mientras despachaba los tamales, Don Carmelo contaba que las autoridades no permitieron velar al cadáver. La funeraria entregó el cuerpo incinerado a los familiares, pues aunque Xico tenía treinta años según el hospital falleció de COVID-19. 

Mientras la fila avanzaba, Don Carmelo añadió que él no creía en el coronavirus, que la enfermedad era un invento del gobierno y que los hospitales tenían la orden de dejar morir a los pacientes graves, especialmente a diabéticos, obesos e hipertensos, y por gordo dejaron morir a Xico. 

Llegó mi turno. Don Carmelo sabía que yo estaba formado y al mirarnos de frente me dijo:

—Aquí le tengo listo su encargo. 

Tomé el paquete. Le pagué y me fui. Lo que aparentemente eran tamales no eran sino metanfetaminas.

11 comentarios:

  1. Así es es la cruda realidad estamos en una sociedad sin valores amor al prójimo dónde todo es material

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  2. Interesante relato que retrata nuestra situación actual.

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  3. Tan cierto tan real nada ajeno a esta sociedad de la que nos rodeamos diaraiamente

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  4. Muy bueno muy realista exelente

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  5. Súper buen relato de la realidad que estamos viviendo. Que bella manera de explicarlo

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  6. Muy bonito relato, tristemente es la realidad!!

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  7. Wow que manera de relatar y plasmar todo lo que estámos viviendo.

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  8. Es un retrato de la cruda realidad llamada vida en tiempos de covid

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  9. Que excelente relato, perfecta manera de plasmarlo.

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