sábado, 31 de octubre de 2020

Amparo Dávila (1928-2020)



«La locura no me ha sido ajena, la he vivido, la he palpado, desde que nací. En mi familia ha habido mucha gente con enfermedades psiquiátricas o locuras ambulatorias, como las llamo yo, porque aunque no estén encerrados están locos. Por eso sé que la vida sigue un hilo tan fino, tan sutil, que en cualquier momento se puede romper y llegar la sinrazón. Además, Pinos es un lugar lleno de misterio, de callejones estrechos, sombríos, donde proliferan las leyendas de aparecidos. La casa donde viví, por ejemplo, fue antes de un terrateniente, un hombre riquísimo, que había perdido una pierna y en su lugar tenía una pierna de palo. Ese señor tenía la mala suerte de que se le morían las esposas (nunca supe si de muerte natural o no), un poco como le ocurría a Enrique VIII. Y entonces contaban que en la casa se oía el taconeo de su pierna de palo y se aparecía una de sus esposas vestida de blanco, con una vela encendida...»
Entrevista de Vivian Abenshushan, en Avispero

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