miércoles, 1 de noviembre de 2017

Richard Wilbur (1921-2017)

La escritora

En su habitación, en la proa de la casa,
Donde la luz se rompe, y las ventanas se arrojan con tilo,
Mi hija está escribiendo una historia.

Me detengo en la escalera, escuchando
Desde su puerta cerrada una conmoción de teclas de máquina de escribir
Como una cadena arrastrada sobre la borda.

Joven como es, las cosas
De su vida son una gran carga y, una parte, pesadas:
Le deseo un viaje afortunado.

Pero ahora es ella quien hace una pausa,
Como para rechazar mi pensamiento y su figura fácil.
Una quietud se agranda, en la cual

Toda la casa parece estar pensando,
Y luego ella está de nuevo en ello con un clamor agrupado
De golpes, y de nuevo está en silencio.

Recuerdo al aturdido estornino
Que estuvo atrapado en esa habitación, hace dos años;
Cómo entramos, abrimos la ventana

Y nos retiramos, para no asustarlo;
Y cómo por una hora indefensa, por la rendija de la puerta,
Vimos a la elegante, salvaje, oscura

E iridiscente criatura
Batir sus alas contra la brillantez, caer como un guante
Contra el piso duro, o el escritorio,

Y lo esperamos entonces, jorobado y sangriento,
que con ingenio lo intentara de nuevo; y cómo nuestros espíritus
gozaron cuando, de repente seguro,

Despegó de una silla de respaldo,
Tomó un curso suave hacia la ventana derecha
Y se fue despejando el umbral del mundo.

Siempre es una cuestión, querida,
De vida o muerte, como lo había olvidado. Deseo
Lo que te deseé antes, pero más difícil.

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