miércoles, 2 de noviembre de 2016

Sobre la muerte - David Ojeda

Fragmentos de los cuentos de Bajo tu peso enorme, 1978.

«Mi compañero observa fijamente los cadáveres mientras la recámara se llena lentamente de aldeanos silenciosos, fieros; luego levanta un brazo blanco de la señora muerta y lo sostiene para soltarlo repentinamente y producir un ruido sordo que nos sobresalta. Yo miro sobre las paredes los retratos de los ascendientes de sangre noble y entonces retorno al momento de la discusión y a la fotografía sobre cuya superficie la pareja continúa inmóvil, desconociendo que yo ya sé que la sangre, la verdadera, manchará las alfombras y ensuciará las sandalias de los aldeanos aunque ahora el señor y la señora, fotografiados, aparenten tranquilidad al contemplar el fuego y el desamparo de los paracaidistas...»
("El señor y la señora")

«Y sigo creyendo que este es un buen tema: el traje impecable y fino del hombre; los sepultureros que cavan otra fosa en cualquier lugar del cementerio: coyunturas a través de las cuales tiene oportunidad de colarse la lucha de clases: los muertos proletarios bajo una masa de tierra y los otros (éste) con un hermoso ángel encima; sin embargo, todos muertos que se pudren entre madera podrida, cubiertos de tierra húmeda que huele a moho, descarnándose en la oscuridad, imposibilitados de proseguir con la lucha porque los muy pocos matan a los otros lentamente y los usan hasta los huesos y los ilusionan con el salario mínimo y los manipulan diciéndoles que la muerte nos iguala y que habrá recompensa en el cielo y parece que sí porque ahora están quietos, sin distinción, pero nosotros sabemos que es mentira, nosotros, los vivos...»
("La contundencia de la pala")

"Sí, también para morir fuiste espectacular, tu nombre apareció en los tres diarios de la ciudad que cuentan tu asesinato, aunque en ninguno se escuchan las detonaciones ni se habla de tu esposa ni de toñito desmayados; no te ves de espaldas al cielo, con un ligero temblor en las piernas mientras tu sangre se diluye en la corriente de agua y se confunde con el lodo...»
("Los truenos de mayo")


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