lunes, 31 de octubre de 2016

¿Bueno?

Hola, amor. Miau. Te amoro. Contesta, por favor. Sí, ya ves, aquí estoy, sigo marcándote a las tres y a las nueve. Este fin de semana te marqué, como quedamos alguna vez, también en la mañana, como a las diez. Espérame tantito, déjame cerrar bien la puerta, otra vez está rechinando y se oye mucho el barullo de afuera, se me hace que hay visitas. No me he resignado a que aún tengas bloqueado mi número, y hasta finjo que me contestas para que todos crean que estoy bien, y trato de mostrar una sonrisa cada vez que cuelgo el teléfono. Sigo diciendo cómo estás, amor, cómo te fue hoy, ya desayunaste. Procuro sentarme de espalda a la puerta para que no vean mi cara, y siempre les digo que estás bien, que mandas saludos. No sé. Creo que igual. La casa está cada vez más fría, y desde que te fuiste dejé de comer como lo hacía, se me subía mucho la presión. Enfrente, junto al teléfono, siguen tus fotos, nuestras fotos. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Ya ni me acuerdo por qué nos enojamos, pero sigo marcando y seguiré haciéndolo, amor. Quiero creer que un día de estos me responderás con esa voz cantarina, sexy. No quiero creer que sigues enojada o que hasta cambiaste de teléfono. El fin de semana me sentí muy mal, sin ganas de nada, pero hoy me siento bien, muy tranquilo, espero que hoy sí me contestes. Espérame, no sé que traen mis papás, se oyen muy alterados... ¿Hola, amor? Sí, me temo que al rato te avisarán... ha sucedido algo, no soy yo el que te lo debo decir. Lo que sí te digo es que por lo menos ya comprobé que se puede amar más allá de la vida, mi vida. Ojalá al menos espero pongas una foto mía en el altar, aunque no sea en el sitio principal. Seguiré marcando. Hasta mañana.


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