lunes, 1 de noviembre de 2010

Espasmo - Alexandro Roque

Anoche se me subió la muerta. Hace muchos años que no me pasaba y ya no estoy para esos trotes. O para la falta de ellos. Esa quietud obligada, la inmovilidad que se apodera de los miembros (excepto uno), el sentir que alguien nos maneja, son aceleradores del corazón y, a veces, de la poesía.

No podía abrir los ojos pero la sentía poderosa, llena de sabiduría amatoria. No podía despertar, tuve que dejarme llevar por sus oscilaciones.

Creo que la de anoche fue mi mejor noche. No importa que haya sido la última.

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